Últimas horas.

07.03.2015 08:11

Estaba a unas peligrosas horas de mi siguiente cumpleaños, ¿quién creería todo lo que ha cambiado desde el último? Mi corta vida siempre se ha visto marcada por el constante cambio. Nunca sabes dónde estarás mañana.

También había cumplido hacía cosa de dos días tres meses siendo la orgullosa novia del chico de gorro y lentes, ¿cuándo había tenido yo tanta suerte? Solo con mirarlo a los ojos me sentía tranquila, protegida… y estúpidamente feliz. Ninguno de los dos creía en eso de regalar el mundo el 14 de febrero, pero él me hizo un ‘‘detalle’’ (si un libro, una rosa y una nota son un ‘‘detallito’’). Me enamoré por trillonésima vez de él ese día por comprar helado de chocolate (mi favorito) en lugar de fresa (su favorito). Se lo compensaré pronto.

Mi hermano, más que adorarlo, ya hasta lo quiere más que a mí y él se ha dado a la tarea de complacerlo comprando cuanta película el enano quiera ver los fines de semana en la acostumbrada visita (que en un tiempo era para mí… las cosas cambian). Además de quitarme a mi hermano, también se adueñó de una de mis mejores amigas (Clara), haciéndola partícipe de un complot o alianza para regalarme algo el día de mi cumpleaños. No entendía en absoluto el gran misterio y la exhaustiva búsqueda. Uno de los mejores regalos que había recibido en la vida era tener a Katherine, Clara, Abrahnis (próximamente Ashley, mi ahijada) y a Santana. Yo era demasiado simple como para estar causando tal alboroto.

Volvía a ver a mi extraña psicóloga después de casi tres años de ausencia y no podía creer cuánto había crecido. Se sorprendió gratamente al escuchar mi veloz avance por el programa de estudio y se enterneció al escuchar la historia de cómo había conseguido un novio. Ya era tan natural hablar de él que lo había mencionado sin decirle qué rol ocupaba.

Mi montaña rusa era cada vez más empinada. Una profesora del Horance me tenía en la cuerda floja con una materia que comprendía a la perfección, pero cuyos informes no atendían a sus exigencias. Me devanaba los sesos dándole forma a mis palabras y, al final del día, volvía a la misma situación. Estaba comenzando a volverme loca, pero tenía a mis costillas y a mi medio limón para calmarme. Necesitaba con desesperación saber qué era exactamente lo que ella quería de mí. Por primera vez en toda mi vida, estaba luchando por un mísero 10.

La panza de Abrahnis había crecido en una noche. Hacía no más de un mes tenía un pequeño bultito y ahora ya se veía un bebé ahí. Estaba demasiado emocionada y feliz y se le notaba. Me derretí cuando me pidió que fuera la madrina. Para mí, ser la madrina de alguien significa que alguien valora lo suficiente tu presencia y tu persona como para darte un cargo tan importante… Lástima que mis padres no supieron escoger bien a los míos.

Mis días se perdían entre las clases del Elite, la única clase del Horance, los conflictos psicoemocionales de Katherine, el irritante novio de Clara, los mensajes con Santana y sus o mis visitas furtivas… Debía admitir que había tenido mucha suerte, podría andar por ahí en misiones a lo James Bond en lugar de resolver rollos emocionales.

 

''¿Quieres una primera vez? Nunca he tenido novio el día de mi cumpleaños'' ;)

Se despide, La Jonatica casi-cumpleañera