Travesía Diaria.

05.02.2013 23:16

Mi horario tenía dias buenos y dias malos, los Lunes eran casi tan largos como un dia en Mercurio, sentía que las agujas del reloj tenían miedo de moverse para no romper la perfecta quietud que lo caracterizaba.

Era martes, una sola clase arruinaba la tranquilidad que ahora poseía, debía abandonar la comodidad de mi hogar para ver clases en un salón más pequeño que una ratonera y sonreír como si no me incomodara la cercanía que nos unía. Había estudiado todo lo posible en las últimas horas, estaba cansada pero había preferido sacrificar la mañana de mi Martes libre para investigar unas preguntas que sabía más de uno copiaría minutos antes de entrar, era un pequeño sacrificio que debía asumir si quería ser la mejor.

La clase estaba planteada para darnos tiempo de discutir qué información estaría en el Mapa Conceptual, que representaba el 20% de la nota final. Todas trabajamos al 100%, las ideas brotaban y salían de nuestras bocas apenas eran concebidas, no me cansaba de decirlo: Amaba mi grupo de la tarde. Nos tomamos un pequeño descanso para hablar de cosas que a la mayoría de las chicas del planeta les fascinaría comentar: Relaciones con hombres, engaños y quién sale con quién. La verdad la idea no me emocionaba del todo pero, no sabía si era por haber dormido un par de horas más, me integré a la conversación como si estuvieran hablando de mi libro favorito. Tenía mucho en común con ellas, a excepción de unas anécdotas que incluían más de 1 año de noviazgo, aquello era algo que aún no había experimentado.

Luego de una ronda de ''¿Te ha pasado?'' y ''Cuéntame más'' terminamos el resumen de las preguntas, la Prof de nuevo se acercaba a nosotras con una voz extremadamente baja, casi inaudible, era algo a lo que debíamos acostumbrarnos. Luego de un poco de suplica salímos dando la hora exacta.

José David, Shal y Alfonsina me esperaban sentados al lado de la puerta, David José me estaba buscando y se encontraba en algún lugar del campus, genial, más caminata. Jeremy apareció de nuevo frente a nosotros, había escuchado por boca de Shal que se las traía con ella; en cambio, a ella solo le parecía agradable, nada como para exagerar. Caminamos hasta el cafetín y David José apareció frente a nosotros, odiaba admitirlo pero hacía dias que no lo veía y ya lo extrañanaba, tener un amigo que compartiera tu visión del mundo no tenía precio.

Después de una hora más o menos me levanté de la mesa que compartíamos, el estómago ya no gruñía de hambre, ahora se retorcía de risa, mis locados amigos me habían hecho reír hasta sentir que si tomaba agua se iría por el ''camino viejo'', como dice mi padre.

Por decisión unánime nos dirigimos a un conocido centro comercial a comprarle un regalo a Laura, una amiga de Shal y mía que cumpliría año al dia siguiente. Nos separamos ya que David y José debían buscar algo en la residencia de David, nos encontraríamos allá en un rato. Shal y yo recorrimos cada tienda, nada se parecía a Laura. Ella era alocada y despreocupada, audaz y conversadora, no se quedaba callada y ''pena'' no era más que otra palabra que carecía de significado, necesitabamos algo que la identificara. Encontramos unas tazas de porcelana con la foto de una de sus Bandas favoritas, el precio era algo alto asi que sugerí ir a un lugar que conocía. Al llegar nos dimos cuenta que ambas costaban exactamente lo mismo, la diferencia era que en mi tienda podía colocarle la que quisieras, aunque se tardara un rato; en la de Shal ya estaban hechas, pero solo podías escoger las que tenían en el mostrador. Lanzamos una moneda al aire y en ella se vió reflejada la opción de mi acompañante, sin mediar palabra subimos a comprarla en la tienda ganadora. Antes de llegar nos habíamos re encontrado con David y José, mientras Shal pagaba yo me distraía escuchando hablar a David sobre la película de una reconocida cantante que jamás había llegado a las carteleras Venezolanas, pero que yo había visto 2 meses atrás.

Mi reloj comenzó a quemar mi muñeca, sabía que significaba eso: El tiempo se me agotaba. Estaba más que segura que después de cierta hora el autobus que me llevaría a mi preciado hogar no pasaría, de ser asi debía tomar uno hasta una conocida parada que se atestaba de gente y luego un carrito por puesto que solía utilizar como transporte universitario...Esperaba no tener que hacerlo.

Lastimósamente el único autobus que pasó con el ombre de la Ruta que reconocía, había tenido una ligera colisión con un auto azul que lo flanqueaba muy de cerca, José, David y yo observabamos estupefactos el incidente, solo podía significar que SI tendría que tomar un micro hasta la parada, no volvería a subirme a un autobus que haya chocado o sido chocado, la sensación de ansiedad que había tenido la última vez me había bastado.

Llegamos a la parada y caminamos velozmente hacía la fila que esperaba el carrito, lo sabía, esperariamos algo más que unos pocos minutos. Los microbuses pasaban anunciando que cobrarían lo referente a un pasaje largo a cualquier que subiera a él, la diferencia no era algo muy considerable para el resto de las personas, pero para José y para mí significaban algunas caminatas de más. El tiempo pasaba y mi muñeca hervía como magma, aún mis padres no me habían llamado y, en parte, me tranquilizaba. Sospechaba que habían leído el mensaje que les había enviado explicandoles mi desvío, no tenía nada de que preocuparme. 3 microbuses y 6 carritos después una camioneta anunció su llegada, cobraría un poco menos de un pasaje largo pero más que un pasaje corto, a esas horas le daría lo equivalente a 3 pasajes si me dejaba en la esquina de mi amado hogar. David se quedaría en casa de José, el jueves iríamos los 4 e inventariamos un improvisado Livechat a ver que tantas habilidades teníamos con el exigente público que solía presenciar un teatral cantante como José. Cuando la camioneta se detuvo sentí que volvía a respirar, mi celular había vibrado en las inmediaciones de mi bolso unas 5 veces, sabía quién llamaba y con más razón no atendería, mi padre me había inculcado la prevención, asi que mi madre tendría que esperar a que estuviera en mi ''zona segura'' para responder su llamado.

El mensaje no habia sido leído, en él radicaba el sobresalto de una madre que miraba detenidamente como se movían las manecillas del reloj, esperando un llamado de algún secuestrador pidiendo rescate...Amaba a aquella exagerada mujer.

Un día terminaba y otro estaba por empezar, aún debía estudiar para el taller de Humanismo asi que no sabía, a ciencia cierta, hasta donde llegaría la energía de mi tan humano cuerpo.

 

Se despide, La Jonatica Universitaria