Realidad Abrumadora.

17.01.2013 17:03

Mi curiosa madre había leído desde la primera hasta la ultima entrada de este blog y me había acusado de no ser del todo honesta, de contar las cosas solo por ''encima'' y no con lujo de detalles como había prometido al principio.

Ok, déjenme ser realista por unos minutos.

Odiaba aquello en lo que se había convertido mi pais, odiaba leer en cada periódico la cantidad de muertos en vez de pronósticos soleados para pasarlo en familia.

Detestaba la inseguridad en la que vivía, ver la expresión preocupada de mi madre al despedirse de mi mientras cruzaba la puerta. Ella rezaba todos los dias para que volviera sana y completa.

Odiaba la forma en la que muchos desperdiciaban la comida mientras otros debían ingeniarselas para 1 sola diaria. La forma en la que todos miran a los que viven en la calle debería ser ilegal.

No estaba muy interesada en la política y mi padre tenía razón en muchas cosas: Nuestro poco interés nos jugaba en contra. Algo que realmente me molestaba era que, cada vez que salía con él, se enfrascaba en discusiones que me daban ganas de vomitar. Era un solo discurso, aquel que podía recitar completo sin dudar un segundo: ''Lo que **** al pais es la ignorancia de los jóvenes, Ustedes (nos señalaba) son el futuro del país (cara de indignación, hirviendo de furia y alzando la voz) TIENEN QUE HABLAR, DISCUTIR SOBRE LO QUE ESTÁ PASANDO''. Luego de esa introducción venía lo del golpe de estado y lo de ''hoy pienso igual que como pensaba el 3 de enero a las 11pm''. Deseaba que hablara alguna vez del clima, lo mucho que se tardaban las cajeras en las tiendas...Incluso ROGABA que se pusiera a alardear sobre sus largos años como gaitero.

Mi beca pendía de un hilo y las esperanzas de conservarla poco a poco se venían abajo, si bien era cierto que no la había conseguido como los demas, tambien era cierto que no poseía la facilidad de decir ''No la acepto, yo la pagaré'', consideraba un honor ser reconocida de una u otra forma pero jamas obligaría a mis padres a pagarme una universidad algo costosa teniendo un cupo en el Elite Way, me parecía mas razonable tramitar un cambio a la carrera que desde un principio habia sentido mía.

Hacía unos meses habia participado en un concurso de canto, sabía desde el principio que estaba arreglado pero tenía la vaga esperanza de ganar al menos algo con lo que pudiera pagar las mensualidades de mi transporte. Era mas un capricho que una necesidad, no quería gastarlo en ropa y otras cosas vanas como esa, deseaba aligerarle la carga a mis padres al menos un mes. Con la beca en el Horance Mantis y el cupo en el Elite Way habia conseguido hacerlos sentir mas orgullosos que nunca y eso me reconfortaba, estaba al fin camino a alzarme como la profesional que deseaba.

Tambien escuchaba como mi padre hablaba de la Venezuela de antes, aquella en la que todos se conocían, donde podías dormir a puertas abiertas sin preocupación, donde el unico robo era el de un corazón pidiendo a gritos ser endulzado. Mis abuelos habian vivido en esos dias que hoy solo me parecían palabras vacías en un libro enpolvado. ¿Cómo había sido aquello? Mi padre tocando aquellos instrumentos tan conocidos actualmente, subiendose en tarimas con esos que hoy son leyendas, entablando amistades con famosos escritores dignos de admiración... Esperaba contarle situaciones parecidas a mis hijos cuando llegara el momento.

Admiraba la capacidad que mis padres poseían para recordar, mi abuelo había muerto cuando mi madre solo tenía 8 años y ella había recordado hasta el olor que este desprendía luego de una ducha, un olor que ni mil perfumes conseguirían. Yo recordaba con exactitud algunas acciones de mi tia y mi abuela materna, la primera había muerto casi 5 años años atras y la segunda hacía 2 años y medio. Podía recordar las frases de mi tia como si me las acabara de decir, una vez me dijo que cuando creciera iba a ser muy importante, ella veía en mi a una famosa escritora, productora o cualquier cosa, me veía como una gran profesional dispuesta a ''comerse el mundo''. Mi abuela me inspiraba a seguir adelante, aunque llorara ella secaba mis lagrimas y me sonreía, me dijo ''nunca llores por un hombre, ellos no se lo merecen'' y vaya que tenia razon.

Detestaba que me subestimaran por ser menor de edad, lo era, pero no por eso mi coeficiente intelectual era menor al del resto de la población. Unos calculaban de mas, otros menos y ninguno aceptaba que a mi corta edad ya hubiera sido publicada en una revista y que uno de mis escritores favoritos hubiera elogiado mis humildes garabatos. La edad no define tu madurez y tu voz, a veces, no dice lo que en verdad sientes.

 

Se despide, La Jonatica Universitaria.