Orgasmos literarios, hombres literarios y mujeres literarias.

24.01.2014 20:47

Uno siempre tiene un profesor que se convierte en maestro. Un profesor que se sale de lo convencional y te marca de por vida.

Mi profesor de teoría literaria dice que la vida nunca es como la pintan. Según los estereotipos antiguos, las mujeres debían ser sumisas y estar siempre pendientes del hombre. Los hombres eran la cabeza del hogar y los encargados de cubrir todas las necesidades de la mujer (muchos dicen ‘’su’’ mujer, pero la mujer fue creada para ser libre. No es algo que se pueda comprar). Él hace alusión, cada vez que puede, a la fortaleza y la independencia que presenta la mujer del siglo XXI, su anhelo por la excelencia y lo emprendedoras que somos. Escucharlo hablar de la cotidianidad mezclada con la literatura es una de las mejores cosas que me ha pasado en la vida.

Mi profesor compara la literatura con los orgasmos. Comienzas una lectura y, de repente, tu forma de ver la vida cambia completamente. La literatura es un placer que no puede explicarse con simples palabras, no es algo que puedas criticar a metros de distancia. Un crítico deberá leer la novela a criticar y, al hacerlo, se dejará envolver por aquel mar interminable de sensaciones que lo llevarán al llamado ‘’clímax’’ justo en la línea final. Como todo clímax, lo dejará deseando más.

La profesora de lógica del semestre pasado nos dio una pequeña charla sobre la sexualidad femenina. Pensé que sería más de lo mismo, pero fue todo lo contrario. Según ella, las mujeres tenemos un cuerpo hecho para recibir, dar y obtener placer. No debemos sentirnos mal por experimentar deseo, ya que la única diferencia que hay entre hombres y mujeres es el hecho de que, en ellos, es ‘’normal’’ y en nosotras es ‘’inconcebible’’.

He experimentado de primera mano lo que es estar en ‘’sintonía’’ con mi sexualidad (que no es lo mismo que sensualidad) y comprobé que todo depende de la actitud. Mi vestimenta no ha cambiado mucho, sigo vistiendo leggins negros y camisas oscuras largas, pero mi actitud ha logrado que más de uno me note y no me molesta en lo absoluto.

Todos los hombres literarios tienen una mujer que los espera mientras libran sus batallas. ¿Nosotras tendremos nuestro hombre esperándonos mientras libramos nuestras propias batallas?

Conocía hombres imponentes, cuya presencia te derretía el alma y te dejaba desconcertada. Hombres violentos por fuera y sedientos de atención por dentro. Hombres pidiendo a gritos un abrazo y un beso, una muestra de que aún son importantes… Lo había conocido a él.

Sin entrar en detalles, sé que él existe y, aunque pueda no estar en su vida de forma permanente, quisiera acercarme más a él y desentrañar su ser. Es un hombre que vale la pena analizar y conocer a fondo. ¿Quién hubiera dicho que música podía mezclarse con ingeniería?

Estoy orgullosa del ritmo que poco a poco ha ido tomando mi vida. Cada día me doy cuenta de lo mucho que amo respirar, vivir, sentir y soñar. Una pragmática no diría eso.

 

 

Gracias una vez más.

 

Se despide, La Jonatica Universitaria