Guerrera.
Este artículo fue inspirado en la canción ''Warrior'' (Guerrera) de Demi Lovato, en sus experiencias y en las mías.
''Bullying''. ¿Cuántas veces no hemos escuchado esa palabra? O peor aún, ¿cuántos no hemos vivido en carne propia su significado? Se supone que debe ser de esas experiencias por las que ''todos'' pasamos, unos más que otros, unos por corto tiempo y otros...por lo que pareciera una eternidad.
Nunca he sido una chica ''común'', de esas que se arreglan a cada rato, tienen miles de amigas y salen todos los fines de semana con un chico distinto. Soy de las que se destaca sin querer, la que llama la atención sin darse cuenta, la que tiene muchos amigos hombres y pocas amigas mujeres, que los fines de semana va a nadar y a las reuniones del club de fans, la que no duerme estudiando y a la que se le ocurrio aceptar el reto de dos carreras simultáneas...Esa soy yo.
Siempre fui la que se sentaba al final, que no hablaba con todos el primer día pero que siempre terminaba sabiendose los nombres de todos, nada convencional pero si una persona en la que podías confiar. Cuando tenía unos 9 años tuve mi primer crush con un compañero de clases, era un poco más bajo que yo y pasabamos juntos todas las clases, eramos Nerio, Elaine y yo, el ''trío dinámico'' como nos llamaba la profesora. Mi crush no duró mucho, después de que se negara a tomarme de la mano todo mi cariño desapareció, no aceptaba que uno de mis mejores amigos me despreciara de esa manera.
Un año después vino, lo que llamo, el ''debate interno'', estaba entre asistir a un colegio que no conocía con una beca o quedarme, arriesgandome a no ver clases por uno o dos meses, ya que no teníamos profesora. Me costó mucho, pero me despedí de mis amigos y me marché, esperaba encontrar unos nuevos en el nuevo colegio.
Al llegar sentía que estaba en otro mundo, era uno de los colegios más prestigiosos y caros de toda la ciudad, los que estudiaban ahí parecían algo agresivos, eran de los que te dirigían miradas furtivas y te críticaban sin saber siquiera tu nombre. Me acostumbré un mes después, solo hablaba con varones, las hembras me consideraban un chico más, ya que nunca me había interesado en el maquillaje y los vestidos, de hecho, no me gustaban mucho que digamos, solo los usaba cuando era estrictamente necesario. La profesora las obligó a dirigirme la palabra una o dos veces y luego dos se convirtieron en mis nuevas amigas, las demás todavía me excluían.
Tres años más tarde la peor época de mi vida llegó: La bulimia. Las burlas hacía mí eran tantas y tan constantes que mi cuerpo no aguantaba ni una mirada, las palabras eran dagas que se inscrustaban en mis costillas provocándome depresiones prolongadas, a veces ni siquiera confiaba en que saldría de ellas. La comida se volvía mi peor enemiga, los días cada vez eran más largos y mis ganas de ir al liceo eran cada vez más escasas, no quería encontrarme con los que se burlaban de mí, no me gustaba que me llamaran ''gorda'' aunque lo hicieran por cariño, según ellos. ¿Cuántas veces me sacaron del baño más blanca que un papel? ¿Cuántas veces me revisaron las muñecas y vieron cortes en ellas? Había perdido la cuenta. ¿Cómo luchar contra un enemigo...que está dentro de ti?
Mi cuerpo no aguantó más y me desplomé en pleno salón, las piernas no respondieron mi orden y me fallaron, todos miraban cómo la ''gorda'' caía y reían creyendo que había sido un simple tropiezo, la profesora en turno tomó mi mano y la movió, al no responder inmediatamente acercó un poco de un extraño líquido de olor fétido a mi nariz, provocandome una arcada, abriendo los ojos de nuevo. Ese mismo día mis padres me llevaron al médico, todos mis valores estaban bajos, si eso hubiera ocurrido un día después mi organismo habría sufrido una severa deshidratación y las cosas no hubieran resultado ser tan sencillas.
Unos meses después nadie recordaba lo que había pasado, y estabamos mejor así, borrón y cuenta nueva. Conocí a alguien que me gustó tanto que todos se habían dado cuenta, menos yo, mi mejor amigo decía que la química se sentía, pero para mi ya era normal detallar su rostro cada vez que me sentaba cerca de él. Un beso y una promesa después se convirtió en mi novio, mi primer novio. ¿Qué más podía pedir alguien como yo? Él me quería y yo lo quería, me colaba a dos clases por semana solo para poder estar más tiempo con él, me hacía sentir querida, solo eso bastaba para que mi baja autoestima se disparara por los aires... Pero no todo era color de rosas, un mes había pasado y ya ni nos mirábamos, era como si ya nada pudiera volver el tiempo atrás, lo quería, era cierto, pero más me quería a mí. Un 12 de noviembre la relación llegó a su fin y con ella las burlas de todos los que estudiaban con nosotros, no hacia él, todas iban dirigidas a mí, la que lo había besado se reía en mi cara, la que iba detrás de él me sonreía a lo lejos... Esa fue la primera vez que mi corazón sufrió las consecuencias.
Cinco meses pasaron sin que me dirigiera la palabra, en ellos tres mujeres habían probados los mismos labios que yo, y una se consideraba mi amiga. La peor parte no era esa, mi mejor amigo tenía una novia con la que llevaba poco más de nueve meses, por causas ajenas a ellos la relación llegó a su fin...para volverse el trago más amargo de nuestras vidas: La que había sido su novia y el que había sido mi novio ahora se tomaban de la mano y se besaban frente a nosotros. ¿A ésa consideraba hermana?
Mi mejor amigo y yo llorabamos por teléfono, nunca en persona, ninguno de ellos se merecían una lágrima nuestra. Los días pasaron y las heridas cerraron, ambos estábamos convencidos de que la vida nos premiaría por aquello.
La chemise azul se convirtió en una beige y los largos y tediosos años se convirtieron en solo 2 que me separaban del mundo universitario al que aseguraba pertenecer. No habían novios, no habían problemas, llegué a creer que las aguas se habían calmado...pero estaba muy lejos de ser así.
Si bien mi cuerpo había sido un problema, ahora que todos conocían mis ocultos gustos musicales, la cosa se había puesto algo complicada. Pertenecía al escaso grupo de estudiantes que le era fiel a un solo grupo y eso molestaba a los demás, ya que no era reggaeton, vallenato, bachata ni nada que se le pareciera, eso marcó una línea entre ellos y yo, pero mi atención no estaba centrada en eso, me preocupaba más por estudiar que por cualquier otra cosa, los profesores se convertían en maestros, docentes que me enseñaban a ver la vida de otro punto de vista, ya no eran solo Leyes de Física ni Clasificación de Especies, era la forma en la que iba a desempeñarme los siguientes años, ¿qué carrera quería estudiar? ¿qué me llamaba la atención? Sin ellos, tal vez seguirían sentada en mi cuarto con las planillas frente a mí.
Si algo he aprendido es que, algunas cosas, no se ''curan'', solo se superan... Yo aún no he superado unas que otras, siempre existe la ''espinita'', esa duda, esa desconfianza, ¿tendré el valor suficiente para dejar todo atrás? Nunca sabes cuando puedes volver a caer, lo importante es tener la certeza de que te levantarás como un rascacielo, tendrás una armadura de hierro y olvidarás todo lo que pasó.
Se despide, La Jonatica Universitaria