Doctorado en ignorancia.
¿Dónde está el respeto a nuestros docentes? ¿Dónde está el respeto a los largos años de estudio? Es que vivo en un país en el que no importa cuánto hayas estudiado porque siempre el que ‘‘mata tigres’’ o ‘‘marañea’’ gana más. ¿Para qué estudiar entonces?
No contaré con excesivo detalle las penurias que atraviesa mi país. Hace mucho que vengo hablando de los atropellos que sufrimos diariamente. Quiero enseñarle al mundo el detrás de escena de muchos profesionales…
Hace unas cuantas semanas que comencé el servicio comunitario. Katherine y yo (Abrahnis tuvo que retirarse por el nacimiento de Ashley) dictamos clases en un centro comunitario de aprendizaje. Somos facilitadores de conocimiento, aunque es más acertado llamarnos ‘‘pichón de profesores’’ porque cumplimos con parte del perfil. Debo admitir que me emociona mi sección de lenguaje y comunicación porque une mis dos pasiones. No es fácil encontrar gente a la que le guste leer y esté dispuesta a explotar ese don.
Al hacer servicio comunitario, no cobramos un bolívar por la ayuda. Estamos amarradas al centro desde las 7:30am hasta las 3:15pm todos los sábados. Tengo a mi cargo 6 secciones, de las cuales 1 es mi dolor de cabeza personal al ser la más numerosa. Me devano los sesos semanalmente ideando nuevas formas de corrección para no hacer engorrosa la clase porque nunca me ha gustado a mí, por tanto no quiero hacerlos pasar por lo mismo.
Dedico el resto del día a corregir los trabajos que me entregan y más de una vez mamá me ha encontrado durmiendo sobre hojas de examen. He tenido que descansar y continuar las correcciones en la mañana del domingo porque mi cuerpo no soporta tanto cansancio.
Además, estoy terminando el semestre en el Elite, en el que tengo 4 materias, y en medio de entrega del primer corte de notas en el Horance, en el que veo 6 materias. A veces siento que el reloj nunca se detiene.
Soy una estudiante que presta un servicio y solo da clases UNA vez a la semana, pero mi nivel de agotamiento es casi excesivo. ¿Se han imaginado el de un docente de secundaria? Si sumo el total de mis alumnos, no llegaría a 50 por la variabilidad en la matrícula a medida que aprueban los niveles. ¿Cuántos alumnos no tendrá un profesor promedio? ¿Cuánto tiempo pasará corrigiendo exámenes? ¿Elaborando clases? ¿Cambiando planificaciones? Ahora que lo pensaron un poco, ¿creen que un profesional de este tipo deba ganar menos que un albañil? Hemos condenado a nuestros docentes a buscar más de un trabajo porque el sueldo ya no es suficiente. MUCHOS docentes ganan menos de sueldo mínimo.
Un docente debe aguantar malos tratos, faltas de respeto, ausentismo, desgano; pero también recibe su recompensa. Me ha tocado respirar profundo al leer la redacción de un alumno con nivel académico de primer año de secundaria y tragar grueso al darme cuenta de que muchos de los que estudian conmigo quisieran escribir así.
Un docente no es el amigazo de sus alumnos, ni el futuro compadre (exceptuando algunos casos), pero es un apoyo que siempre tendrás dentro y fuera del aula. ¿No sería maravilloso que todos tuvieran una honesta y profunda vocación a su trabajo?
Hace una semana me tocó ir a una reunión de representantes en el West Collin, el colegio en el que me gradué, y me emocioné más de lo debido al enterarme que el hermano de una compañera (estudiante del último año de secundaria) está dictándole clases de música a los niños de primaria. Las chiquitas de primer grado lo saludaban con un ‘‘hola, profe’’ entre dientes seguido de un guiño y un abrazo. Ricardo siempre ha sido un prodigio musical, ha participado en infinidad de eventos y tocó en el grupo de gaita en el que yo estuve por 3 años. La ilusión en su mirada me devolvió un poquito de la esperanza que había perdido en los futuros bachilleres del país.
La sonrisa de mis alumnos sobrepasa incluso las expectativas de aprendizaje que yo podría tener. A veces no es tan importante saber si una mezcla es homogénea o heterogénea, sino saber cuáles valores es importante rescatar en la sociedad. Hice el ejercicio de la pérdida de valores hace unas cuantas semanas y realmente lamenté que una de mis alumnas tuviera que vivir en un mundo tan perverso e interesado como este. Lamenté que las únicas dos chicas entre seis hombres se sintieran señaladas por un comentario que lanzaron al aire.
Mi meta este semestre no es terminar el servicio comunitario, ni ser la mejor en periodismo televisivo o la mejor en mercadotecnia social… Mi meta este semestre es enseñarle a mis alumnos algo que valga la pena. Que, a pesar de que no recuerden mi nombre, yo les dé herramientas que les sean útiles a lo largo de sus vidas. Casi muero cuando uno me confesó (antes de que yo lo dijera) que quería estudiar comunicación social. Quiero ser útil de alguna forma…
En entrañable y amoroso recuerdo al Prof. Alejandro Borges por hacer que me enamorara profundamente de Letras.
Se despide, La Jonatica Universitaria