Desnuda y luchadora.
Me había despojado de la ropa y ahora una nueva valentía me cubría.
Vivía una guerra.
Vivía el conformismo.
Vivía con la escasez.
Vivía con la inflación.
Pero, de todo, lo que más me molestaba era vivir con la indiferencia.
Salía todos los días a la calle a defender mi país…pero el de al lado no salía.
Me enfrentaba a policías que decían defenderme pero ahora querían matarme…y el de en frente desviaba la mirada.
Me había apuntado un guardia…y el de la esquina se escondía.
Venezuela se caía a pedazos y los indiferentes bajaban la cabeza.
No estaba asistiendo a clases porque el aula era la calle.
Los estudiantes salimos a defender nuestro futuro.
Salimos y nos matan.
Vamos a estudiar y nos matan.
Vamos a trabajar y nos matan.
Pues, me cansé de que mataran a mis hermanos.
Trataba, en lo posible, de cuidar el corazón de mi madre, pero necesitaba sentir que estaba haciendo algo por mi país.
La calle era mi universidad y mi casa.
No nací para arrodillarme frente a un dictador.
Nací para hacer algo importante…y en eso estoy.
Venezuela, por ti y por mí.
‘’Prefiero morir de pie que vivir de rodillas’’.
Vivo en un país donde protestar es un delito y matar es casi un derecho.
Se despide, La Venezolana