Demasiadas Emociones.
Veía cómo el mundo caía estrepitosamente sobre mí, la presión del final del semestre en el Horance, la incertidumbre sobre el futuro del Elite, mi pobre y trastornado corazón que corría desbocado por cualquiera, mis proyectos personales, el viaje con los alumnos de mi papá… eran miles de cosas para un solo cuerpo.
Mi mente me había jugado una de sus acostumbradas tretas, me había engañado haciéndome creer que al fin le había confesado al susodicho mi atracción hacia él, desperté y me encontraba en mi cama, las sábanas en el piso y parecía como si hubiera tenido un largo combate. Respiré profundo y me fui al Horance, estar en mi casa era contraproducente… Mi decisión fue incluso peor, ahí estaba él, sonriendo como si de eso dependiera su supervivencia y yo, bueno, tratando de alejar mi mirada de él lo más posible. No era un Adonis, de eso estaba segura, pero, cuando estaba con él, sentía una calma que era difícil de explicar, me gustaba más de lo que era capaz de decir en voz alta. La exposición a la humillación pública me habían hecho crear una especie de muro de contención, nadie podía derribarlo hasta tanto mi permiso no fuera dado. Obviamente, él no tenía ese permiso, y no se lo concedería tan fácilmente.
Se acercaban mis primeras vacaciones desde que había entrado al Horance, solo había tenido Semana Santa para descansar un poco del ajetreo diario y no había sido, para nada, suficiente. Si el mundo fuera perfecto, el Elite tendría clases de verano y yo adelantaría algunas materias de mi pensum… Pero, como el mundo no lo era, aún mi futuro veraniego era incierto.
También me había aventurado con la embajada Venezolana, una cita para tramitar mi pasaporte (de nuevo) me esperaba, por cosas del destino su tiempo útil se había vencido. Las groserías y las faltas de respeto hacia todos los presentes no se hicieron esperar, me sentía como un bicho en el limpiaparabrisas de un ejecutivo, su ira solo hacía que mi pena durara más. Mi madre también había tenido su aventura, pero en otro país y, al no estar ella presente, el trámite no podía hacerse. Los ojos de mi padre y los míos casi se salían de sus cuencas, después de todo un día de espera, taxis, almuerzos retrasados y faltas a clases, ¿no era posible? ¿Para qué se tenía a alguien en la puerta sino respondía las preguntas necesarias? ¿Qué problema tenían en escribir ese requisito en la página? ¡Claro! Solo les importaba su propaganda política y por eso le quitaban espacio a los detalles verdaderamente importantes. Solo algo bueno había salido de ese día; en el Horance había una muestra cultural y, después de cierta hora, varios grupos se presentarían, entre ellos estaba ‘Factor 3’, un grupo compuesto por Danilo, José Manuel y Baudilio, este último mi compañero de clase. Ni yo misma reconocía la emoción que corría por todo mi cuerpo cuando los vi subirse a la pequeña tarima, coreé con sentimiento cada canción, pero, sobre todo, la última, su tema promocional. La adrenalina podía sentirse en el aire, la gente gritaba y aplaudía, si yo me sentía bien, no quiero ni imaginar lo emocionados que debieron haber estado ellos.
El pdf ahora era mi nuevo mejor amigo, había descargado unos 20 libros y había leído cerca de 4 en un solo fin de semana, me sentía nueva, era como si me dieran el elíxir de la vida. Mis escritos cada vez eran más escasos, pero mi inspiración no se iba, siempre revoloteaba alrededor presumiéndome su basta existencia. Mi novela tenía nuevas lectoras y eso me complacía, me daban una razón más para seguir escribiendo…y una de ellas me presionaba para que ese ‘seguir escribiendo’ se apresurara, era dulce.
Estaba cansada de luchar por ocultar lo que me pasaba, si me sentía mal lo decía, si me sentía bien se notaba…Y, claro, si me gustaba alguien se notaba a millas de distancia. Todos sabían de mi atracción hacia él pero nadie era capaz de hacer algo en pro o en contra de aquello, al igual que yo, esperaban que las cosas se dieran solas, ‘’todo a su tiempo’’ decía José David.
Mis clases en el Horance y habían terminado, mis clases en el Elite si acaso habían llegado a la mitad, y mi ansia de libros estaba más allá del límite normal… Muchas cosas que hacer, tan poco tiempo para ser ejecutadas.
Se despide, La Jonatica Universitaria