Cáncer.

08.09.2014 22:48

Para aquellos que amo a pesar de la distancia y el dolor.

 

Tener cáncer apesta. Punto y final. Nada que agregar, nada que decir. No lo digo por haber vivido cinco veces la muerte de Augustus Waters, lo digo porque es cierto. No sé cómo se siente tenerlo, pero vivo con él a diario y siento el dolor que me produce verla así.

Ella era una mujer tan llena de vida, tan jovial, tan amorosa, tan elegante… tan dulce. Él un marido abnegado y uno de los mejores seres humanos que he conocido en la historia del mundo. Uno de los hombres a los que no me avergüenzo de amar.

‘’El dolor demanda ser sentido’’ (Una aflicción imperial, Peter Van Houten). Siento dolor. Por mí, por él, por ella, por todos los que me rodean. No sé cómo actuar a su alrededor. Quiero estar a su lado (ambos), pero no puedo manejar mis emociones de la manera correcta. A buena hora soy demostrativa.

Recordaba cómo me había sentido en secundaria cuando uno de mis compañeros tuvo cáncer. Comenzó a ausentarse, primero eventualmente y luego ya no estaba. Su presencia pululaba sobre nosotros cuando salía a colación en alguna conversación nostálgica. Yo lo extrañaba y no era unida a él.

Uno de los primeros días que regresó, todo pasaba en cámara lenta. La gente se le acercaba y preguntaba por su estado actual. ‘’Sobrevivo’’, siempre respondía. Jamás había visto a nadie tan vulnerable. Era un niño. Un niño mayor que se había visto obligado a afrontar nuevas situaciones que no podía manejar aún. Tal vez nunca estuviera preparado.

Yo lo observaba. Solo observaba. Su risa no era la misma. Su rostro estaba hinchado y su cuero cabelludo era blanco marfil en comparación con su color de piel. El corazón me daba tirones, pero no era lástima lo que sentía. La lástima es el peor sentimiento existente en la tierra. Quería abrazarlo y decirle al oído que todo estaría bien, aunque ni yo misma lo creyera así.

Y ahora, dos años después, estaba ella. Quería abrazarla, quería sentarme a leerle cuentos, quería sostener su mano, quería contarle mis tontas anécdotas en la universidad, quería que supiera que aún la quería. Pero no podía. Tenía miedo. Últimamente tenía mucho miedo.

No quería que él estuviera solo. Deseaba más que nada poder solo abrazarlo como cuando era una niña y él me recibía. Pero yo no era una niña ya y muchas cosas habían cambiado. Quería que me necesitara y a la vez no porque no sabía cómo reconfortarlo. No sabía nada. Era algo nuevo para mí.

Y los días pasaban. Y la vida pasaba. Y yo me desvanecía, me dividía, me transportaba. Mi mente y mi corazón se iban con mi madre en cada visita que les hacía. Todo dolía. Cada respiración dolía porque mis pulmones sentían la falta. Todo yo era sensaciones.

¿Cómo hacer algo para cambiar la situación? Deseaba tener un genio que concediera deseos para entregárselo completo a él para devolver esa hermosa sonrisa a su rostro. Extraña al hombre que había conocido en mis primeros años de vida. ¡Vaya que lo extrañaba!

Mi corazón estará contigo siempre, no lo dudes. Quédate con ella porque te necesita tanto como yo…pero puedo prestarte un tiempo. Estoy más cerca de lo que te imaginas y más en sintonía de lo que parece. Recuerda que tenemos dos ángeles arriba que nos guían el camino y nos velan el sueño.

 

Siempre tuya, Yo.